miércoles, 20 de octubre de 2010

Héroes Fortuitos vs. Héroes Anónimos


No puedo dejar pasar la oportunidad para dedicar al menos unas letras al histórico acontecimiento social de los últimos años.

Muchos han hablado de las coincidencias numerológicas creadas alrededor de este hecho. Entre las que recuerdo resumo que son 33 los mineros que quedaron atrapados en la mina, 33 los días que tardó la perforadora en terminar el túnel, el rescate se inició el 13 de octubre de 2010, es decir, el 13/10/10, cifras que, sumadas, dan como resultado el 33, el diámetro del pozo era de 66 centímetros, que partido por dos da también 33, el recorrido en ambulancia desde el yacimiento hasta el hospital de Copiapó, la ciudad más cercana, dura también 33 minutos, los familiares, de gran devoción católica, recuerdan también que la edad de Cristo al morir fue de 33 años. el 22 de agosto (Dia en el que los encuentran) los mineros escribieron en un papel la frase "estamos bien en el refugio los 33", y lo amarraron a la máquina de sondaje, ésta frase tiene 33 caracteres, en fin, se lo ha llevado incluso a la broma, indicando que cuando el médico inició la revisión de salud a los mineros les dijo: a ver, abra la boca y diga 33....

Las estadísticas también aparecieron, dicen que 1 de cada 33 mineros tiene 2 mujeres.

En fin, "todo es 33", el nuevo número de moda.

Bien, cada una de éstas 33 personas al igual que nosotros, tenían antes del evento, sus planes, proyecciones, necesidades y problemas. Diariamente, se sometían al riesgo inherente del trabajo en las minas y a la destrucción de su salud por la inhalación del polvillo, humedad, deshidratación, etc pero todo eso era válido para ellos y sus familias, con tal de cubrir con las obligaciones mínimas y llevar el sustento a casa.

Sin embargo, el presente y futuro después de ese fatídico evento, cambió por completo, sin pensarlo, sin imaginarlo. Del anonimato a la fama, de la desgracia a la prosperidad.

¿Cuántos héroes anónimos aún existen en nuestros países? Y no me refiero únicamente en las minas, me refiero a héroes en todos los escenarios, a la madre abandonada, al padre viudo, a huérfanos con responsabilidades de adultos, a mujeres y hombres con discapacidad... ¿cuántas historias y sacrificios de verdaderos héroes conocemos?, tal vez pocos, tal vez muchos.

Démosle a esas personas, una oportunidad en el mismo anonimato en el que viven, no actuemos ante respuesta a noticias emitidas en los medios, entreguemos servicios
básicos, pavimentemos las calles, tengamos un hospital con servicio de salud humano y digno, transporte, habilitemos aulas para que los niños puedan terminar o empezar sus estudios sin frío, sin lluvia, tengamos una mejor educación fiscal, ordenemos la ciudad, generemos empleo y capacitación para producir, sin exclusiones ni privilegios, el bien del prójimo (más aun cuando lo necesita) favorece a todos, pensemos en grande, desarrollemos y saquemos del anonimato a las personas que sufren por falta de alimento, agua, luz, exceso de calor, exposiciones al frío, inundaciones, etc. Indudablemente, existen lo heroes anómimos que día tras día, antes del amanecer, reinician sin rendirse, su peregrinación, en la búsqueda de preservar la subsistencia.

Apoyemos a la sociedad, presionemos para que a través de la critica constructiva y objetiva a nuestras autoridades, la necesidad de nuestros pueblos sean cubiertas.
Estoy seguro que, a los héroes anónimos no les interesa la fama, les interesa "el rescate" para que a través de acciones, compromisos y voluntad colectiva, puedan vivir mejor.

Estas letras van dedicadas principalmente a aquellos que en permanente desgracia, siguen aguardando ser rescatados por la cápsula "fénix" de la esperanza, que penosamente, sigue tardando en llegar.

sábado, 9 de octubre de 2010

Educando para el Desarrollo - Utopía y Ficción

Hoy, en el almuerzo familiar, mientras compartíamos un abundante mote, una blanda carne de res dorada y un refrescante vaso de zomó (bebida de maiz sin alcohol), preparados por las manos de mamá.... surgieron temas de conversación relacionados a coyunturas de orden social, económico, político y recientemente históricos, por los que atraviesa nuestro país.

En minutos de avance, mientras terminábamos la primera ración del plato servido y préstos a satisfacer nuestro deseo por una pizca adicional, empezamos a analizar la realidad por la que nuestro país atraviesa en términos de la educación.

Concluimos en inexorables realidades y remarcamos que es una temática que como ciudadanos reflexivos, tenemos el deber de transmitir.

Comparto con ustedes mi opinión.

Educando para el Desarrollo - Utopía y Ficción

Históricamente, se reconoce a la Educación como el principal instrumento del desarrollo económico de las naciones, significa que es la principal variable para mejorar el bienestar de la sociedad.

Si desearamos verlo con mayor claridad se los represento de ésta manera:

EDUCACIÓN=DESARROLLO

En consecuencia, el desarrollo está directamente relacionado a la educación, a mayor nivel de Educación, mayor Desarrollo.


Podría alguien mencionar un solo país, donde la fórmula de relación directa anterior se invalide? tan solo piensen en uno o más paises subdesarrollados u otros que en la actualidad están en vías de desarrollo y sumerjanse en los ratios o valores de analfabetismo, cantidad de niños que no terminan la etapa escolar, ausentismo en aulas, cantidad de colegios fiscales, cantidad de maestros por niños, niños trabajadores de la calle, cantidad de alumnos en escuelas nocturnas, cantidad de hogares con computadoras, etc. Llegarán a la conclusión de que aquellos con peores índices son los que tienen peor estructurado su sistema educativo.


Y que es el Desarrollo?, aplicado a la temática humana, es sinónimo de Progreso.
Por tanto,

DESAROLLO=PROGRESO (SEA SOCIAL, ECONÓMICO, CULTURAL Ó POLÍTICO)

Bolivia es uno de los paises en Sudamérica y el Mundo con el Índice de Desarrollo Humano más bajo, tan solo hace falta referirnos a valores de 3 elementos para descubrir porque estamos tan mal: 1) Esperanza de vida al nacer, 2) Alfabetización de adultos y cantidad de egresados en educación primaria, secundaria y superior, y finalmente 3) Producto Interno Bruto per cápita.
Si nos sirve de consuelo, estamos algo mejor que Haití, Guinea-Bissau, Burkina Faso y Sierra Leona.

Es entonces que sostengo que la inversión pública en educación y la inminente intervención del Estado en la Educación es la única esperanza que nuestro país tiene para su desarrollo. En Bolivia, no existe otro mecanismo que acelere y afiance nuestro despegue.

La Educación debe ser para todos la misma, debiera ser para todos la mejor, cercanas al domicilio o trabajo, con aulas con niños blancos y negros, originarios o mestizos, con los mejores maestros del país, con la infraestructura, con contenidos de conocimiento de apoyo al desarrollo económico y social, con condiciones de transporte, desayuno escolar y seguridad adecuada. ¿Por qué no podemos desear con total desprendimiento que sean todos los niños bolivianos igualmente formados? ¿Por qué no podemos admitir y desear para los desconocidos las mismas oportunidades y beneficios que reciben nuestros hijos? Debemos entender que de ésta variable depende la velocidad con la que nuestro país despegará hacia horizontes alejados de la pobreza y desigualdad.

Nuestro país ha progresado y crecido de forma heterogenea, eso ha sido sencillamente porque desde hace más de 50 años se formaban y educaban aquellos que gozaban de condiciones económicas, el resto de los niños se dedicaba a buscar trabajo para poder colaborar a su familia y conseguir alimento. Por tanto el índice de crecimiento que hemos alcanzado es producto de la falta equitativa de la transmisión del conocimiento en aulas.

Este postulado no tiene ninguna relación con modelos de corrientes socialistas ni comunistas, para lo cual demuestro que los mejores ejemplos de Educación Pública se encuentran en países mayormente capitalistas tales como, Finlandia, Canadá, Australia, Estados Unidos, Holanda, Suecia, Suiza, Francia, Alemania, etc, en los que incluso, niños con dificultad de aprendizaje son recibidos. Estas naciones incorporan a la sociedad año a año “ejércitos” de personas aptas para el desarrollo de la comunidad en la que viven. Ellos han construido ese modelo, lleva tiempo consolidarlo y hacerlo andar, por eso urge empezar, año que pasa son kilómetros de distancias de desarrollo que otros paises nos aventajan.

La experiencia de los países asiáticos, han demostrado los beneficios que aporta la inversión pública en educación. Una educación pública de alto nivel permite que los jóvenes con gran potencial académico permanezcan en sus países de origen. Por tanto, la educación de alto nivel contribuye a frenar la “fuga de cerebros” de los países más pobres hacia los más ricos. En los países desarrollados la educación se considera importante no sólo en los primeros años sino también más tarde en la vida, para mejorar y actualizar las competencias y capacidades de la fuerza de trabajo. Los maestros de los paises desarrollados son personas con grandes beneficios sociales por la labor que desempeñan, son considerados heroes, junto a los bomberos y policias.

En consecuencia, vuelve a fallar el compromiso de la sociedad, nuestros valores, fallamos nosotros, fallan los líderes de turno y no así los modelos, vuelve a reinar el adormecimiento y cómoda postura de “dejar hacer, dejar pasar”, como si mágicamente éstas fallas puedan corregirse sin ninguna acción. Se requieren pactos y acuerdos de toda la sociedad, pactos de preferencia pacíficos y conscientes, pactos voluntarios o en su defecto, DETERMINACIÓN e IMPOSICIÓN.

En el discurso, la ficción de pregonar que la educación es un DERECHO ya no es suficiente y el deseo de que nuestro país pueda replicar ejemplificadores modelos de éxito seguirá por al menos 20 años más, siendo una utopía.

martes, 5 de octubre de 2010

¿Por qué Socialismo? - Albert Einstein


Comparto con ustedes un documento que puede generar una temática de debate muy importante. Permite reenfocar (para quienes logran desligarse de sus preconceptos) lineamientos estructurales que en el pasado no han favorecido al desarrollo de las naciones. Traigo a la mente hechos reales de desigualdad que en tiempos presentes vivimos y también logro remontarme al pasado, específicamente al año 1949, año en el que el documento fue redactado y muestra que en otros continentes los modelos económicos instaurados generaron los mismos inconvenientes que suelen escucharse en América Latina, tales como, el poder en pocas manos, el abuso en el uso del trabajador, discriminación, manejo de economía de precios, etc.

No obstante, es cierto que grandes economías y potencias mundiales actuales han manejado modelos económicos basados en variables que A. Einstein observa y que hoy en día son exitosos o muy superiores a aquellas que no lo han hecho. Asimismo vemos un país como Cuba que ha adoptado modelos comunistas que tampoco ha permitido desarrollo esperado (hablo con conocimiento de causa) pienso que mucho tiene que ver los 40 años de bloqueo. Finalmente la potencia mundial con crecimiento vertiginoso, China, tiene un índice de crecimiento envidiable por cualquier país del mundo y en los últimos tiempos ha desgranado por completo los prejuicios de ser un país con baja calidad de productos convirtiéndose ahora en una verdadera potencia mundial, donde por cierto también existe explotación del trabajador e incluso limitación en el crecimiento demográfico.

Si hay casos y casos.... entonces, ¿Serán los administradores públicos de turno, llámense Gobernantes, Ministros, Alcaldes, Prefectos o la denominación que en otros paises se definan, enteros responsables del destino o resultados conseguidos por las naciones gobernadas? ¿Cuán cómplices podemos ser los que no Gobernamos de las decisiones y destinos de las naciones? ¿Será posible que el gran pacto que necesita la humanidad (alimento, educación, seguridad, salud y paz) pueda ser desplazado o decapitado por pocos "poderosos de turno" que no son capaces de desprenderse de ideologías que solo se centran en perseguir resultados para beneficio de algunos y perjuicio de otros?

Tendrán nuestros hijos, nietos y próximas generaciones suficiente agua, alimento, sanidad y condiciones de vida mínimas? o es muy probable que dentro de 20 o 30 años estemos sin recursos naturales renovables dando los primeros pasos hacia lo que desde hace mucho tiempo atrás se tuvo que iniciar en pro de alargar nuestra especie y habitat?

Hemos estado viviendo con la vaga mención de tendencias políticas, filosofías y convicciones formadas en cuatro paredes por no más de cinco sujetos, que han diagramado entre gallos y medias noches como beneficiarse en un periódo transitorio, en vez de ser íconos y emblemas en el liderazgo e implementación de la filosofía de la humanidad.

¿Qué persona del mundo se negaría a apoyar un modelo universal (de izquierda, centro o derecha, cualquiera) que brinde las condiciones que día a día desde incluso antes que se descubra el nuevo amanecer, todas las personas luchamos en procura de conseguirlo? Es que no somos conscientes de que todo lo que hacemos día a día no está encaminado a otra cosa que renovar alimentos para la familia, contar con una vivienda, tener asistencia médica cuando lo requiramos y finalmente formarnos para seguir aportando a la sociedad?

En consecuencia, no se trata de una postura política, no se trata de descalificar modelos económicos, no se trata de que si soy socialista o si me gustaría serlo, capitalista, neoliberal, imperialista, se trata de ver que hace más de 60 años atrás, los problemas de la humanidad y del mundo que Albert Einstein cita entre líneas, aún no han sido resueltos y pareciera que éste científico aún estuviera en vida publicando sus escritos como columnista de The New York Times, The London Daily, The Miami Herald o el medio de prensa escrita que mejor condición económica le ofrezca a su intelectualidad, preso de la empresa que le pague más (porque ese es el modelo). Lo que dudo con énfasis es si éstos medios hubieran permitido publicar las verdades contenidas en el documento, que por mera casualidad coinciden con la realidad.

Los invito a leer un contenido liviano y facil entendimiento.


A continuación el escrito de Albert Einstein (año 1949):

En lo particular, pienso que el tiempo en vida es corto y durante ese tiempo, toda la sociedad en su conjunto debiera (independientemente del modelo económico y político que ejerza) estar sometida a pactos indivisibles, donde la alimentación, la educación, la seguridad y la salud, estén totalmente (y no mínimamente) garantizadas.

¿Debe quien no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí.

Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no haya diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana —como es bien sabido— ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.

Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó «la fase depredadora» del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por sí mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y —si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos— son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semi-inconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad.

Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: «¿Por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?»

Estoy seguro de que hace tan solo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?

Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de estos diferentes y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto «sociedad» significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad —en su existencia física, intelectual, y emocional— que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la «sociedad» la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra «sociedad».

Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido —exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral han hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.

El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.

Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos —que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos— en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es solo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo —no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción —es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional— puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.

En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré «trabajadores» a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es «libre», lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de «contrato de trabajo libre» para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo «puro». La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un «ejército de parados». El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a esa amputación de la conciencia social de los individuos que mencioné antes.

Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.

Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.

Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?